Las tres derrotas consecutivas han golpeado duro en el plantel, cuerpo técnico y la hinchada iquiqueña, sin embargo, este es un equipo distinto a los demás y sabe de levantarse de momentos que han sido incluso peores.
Tras el triunfo ante Cobresal, muchos comenzaron a soñar con un año histórico de Deportes Iquique en primera división, con el mejor arranque en la historia del club en la serie de honor. Pero, tras una tercera caída en línea, ahora se viven momentos complicados, donde abundan las críticas y los entrenadores.
Las sensaciones son amargas por estos días en las huestes celestes, y es que los errores propios y las innumerables bajas han colaborado en las tres derrotas, ese mal sabor es porque a pesar de los malos resultados el equipo sigue plasmando su idea de juego e intensidad, mostrando un juego atractivo en el torneo.
Otro punto negativo para los Dragones Celestes han sido las lesiones, en las últimas semanas han perdido valores importantes como Joaquín Novillo, Rubén Farfán, Jonathan Andía, Diego Fernández e incluso Edson Puch quedó marginado por un delicado cuadro de salud. La expulsión de Steffan Pino también fue un punto que condicionó el último cotejo.
Las críticas se han centrado en algunos futbolistas en particular, pero Miguel Ramírez ha respaldado a sus pupilos públicamente, confiando y creyendo que los triunfos regresarán manteniendo la idea de juego y ajustando algunas piezas.
El partido con Palestino es clave para los iquiqueños. El equipo necesita un triunfo y también necesita sentir el apoyo de la gente que no ha fallado en cada oportunidad como local. El domingo por la noche parece una ocasión precisa para seguir creyendo en este proceso, para re enamorarse, a pesar de estas turbulencias, como reza uno de los hits que suena fuerte desde la galería norte, no me importa el momento a tu lado yo estaré.
Foto: Johan Berna / TDD
